martes, 30 de septiembre de 2008

Don't count the Days..

A mi Pequeño Hu:

Ayer fue un día muy emocionante para todos nosotros. Las asignaciones llegaron y nos dieron seis maravillosos días que nos llevan al 15 de febrero. Enseguida llamé a tus padres y cuando les dije que solo nos quedaban 16 días ( si solo 16) para tener tu asignación se pusieron muy nerviosos y ambos dijeron: ESPERA QUE ME SIENTE . No se lo podían creer!!
Es curioso como al acercarnos a ese momento tan ansiado de tu encuentro todo parece un sueño y los nervios nos nublan la realidad de que SI , de que muy pronto estarás con nosotros y formaras parte de nuestra familia.
Creo que deberíamos aprovechar estos " 16 días " para hacernos a la idea de tenerte junto a nosotros... Como dice la imagen " No cuentes los días , Haz que los días cuenten."
Besos y Achuchones para ti y para todos tus amigos de la casa de la alegría que por fin tienen un hogar.

domingo, 21 de septiembre de 2008

La bella Mandarina

Buenas tardes Pequeño Hu:

¿ Sabes que he descubierto hoy? Un cuento precioso sobre el origen de las mandarinas. Y yo que pensaba que las mandarinas venían de un árbol sin más. Sí, si como te lo digo , pero NO, parece que proceden de una bella mandarina, que vivía en un castillo, que estaba casada con un Mandarín, que se encontró con un mago.... Bueno, bueno mejor no te lo cuento ahora y lo leemos juntos cuando estés en casa vale? Y no es un cuento chino eh!!!
Quiero que aprendas Pequeño Hu lo importante que es compartir en la vida porque compartir es en definitiva ganar: Ganas en horas de juego al compartir tus juguetes con los amigos y con aquellos que aún no lo son, en aprendizaje al compartir historias, aventuras y hazañas, ganas en amor al compartir besos y achuchones y sobre todo ganas en felicidad al ver como haces felices a otros cuando compartes con ellos. Así que recuerdalo siempre y nunca dejes de compartir.
Te quiere la tía Rocío

Había una vez, en la vieja China de los mandarines, un gran señor rico y poderoso. ¡Era el Mandarin! Vivía en lo alto de una montaña en su palacio de bambú y desde allí veía todas sus tierras.

El Mandarín era grande y gordo, igual que su corazón: en él cabían todos los seres. Su esposa la mandarina era muy diferente: pequeña y hermosa, pero en su corazón sólo había sitio para ella.

El Mandarin quería mucho a su esposa y no veía lo pequeño que era su corazón, deslumbrado por su hermosa cara. Todas las tardes, paseaban por el huerto que rodeaba el palacio, lleno de naranjos, y cogían las naranjas más bonitas para merendar.

Una mañana, estaba la bella Mandarina paseando sola entre los árboles, cuando vio, junto a una tapia, a un mendigo que la miraba. (Pero no era un mendigo: era un mago disfrazado, que había oído hablar de la Mandarina y quería comprobar si era verdad lo que se decía).

Sin acercarse mucho, ella le dijo:

-¡Vete de mi jardín, o llamaré al Mandarin para que te eche!

-Bella Mandarina, tengo sed. Dame una de tus naranjas, por favor- le suplico el mendigo.

-¡Ni hablar! Mis naranjas son muy hermosas y tú sólo eres un viejo feo y sucio- contestó la Mandarina.

El mendigo le insistió: - Tu tienes muchas y sólo te pido una, aunque sea la más pequeña. Pero la Mandarina se negó y empezó a llamar a gritos al Mandarín.

Entonces, el mendigo se transformó en mago y, con su varita mágica sen la mano, le dijo:

- Para que aprendas a ser generosa, te convertiré en árbol y darás sabrosos frutos a cuantos pasen por el camino. Tu corazón se hará más grande y todos te querrán. Y la convirtió en un árbol pequeño lleno de naranjitas.

Cuando llegó el Mandarín, no encontraba a su esposa, la Bella Mandarina. Y pasó horas buscándola entre los árboles. Al caer la tarde, cansado y triste, encontró el nuevo árbol y pensó: “¿Qué hace este arbolito entre mis naranjos? ¿Y por qué sus naranjas son tan pequeñitas?

Cogió una fruta, la probó y su sabor dulce le recordó a su esposa. Desde entonces, cada tarde, paseaba hasta el arbolito, siempre cargado de frutas, y merendaba una de ellas, a las que llamó mandarinas en honor a su esposa, la bella Mandarina.

¡Y, aunque no os lo creáis, esto no es un cuento chino!


La bella mandarina’. L. Pons y E. Oriozola. Ed. Imaginarium. Desde 4 años.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Hermanas...

Hermanas ... El tiempo nos enseña a conocernos, a respetarnos y a entendernos un poco más cada día. En nuestro caso así ha sido, con el tiempo y sobre todo con tu ayuda mi pequeño Hu, tu madre y yo hemos acortado en distancias y aumentado en cariño. Tu existencia hace que cada día hablemos por teléfono y que la vuelva loca con un nuevo proyecto para ti . Tu eres nuestro punto de unión, de acercamiento y como prueba de ello me gustaría que leyeses un email que me envió el otro día. Soy yo, el milagro de tu hermana. Para milagro tener una hermana como tú, siempre a mi lado incluso cuando éramos pequeñas y nos peleábamos tanto,dicen que las más reñidas.......Desde entonces TE QUIERO un montón, aunque fueses rubia y con los ojos azules, pero la más simpática sigo siendo yo, vamos a llevarnos bien ¡EHHH!

CLARO QUE ME SIENTO ORGULLOSA DE TI, más que eso, te admiro. Te prometo que voy a intentar transmitir a mi hijo o hija todos esos valores que nos han enseñado en el seno de de nuestra familia y si alguna vez dudo, ya sé en quien puedo apoyarme sin tener miedo a equivocarme. Y ahora a enviar este comentario, espero que esta vez lo pueda conseguir.
BESOS Y ACHUCHONES.